Llegue a
casa después de trabajar, llegue antes de comer ya que había dejado a Arwen
sola en casa, pero estaba tranquilo sabia que habría despertado hace poco.
Llegue y ella estaba sentada en el sofá.
Edgar: hola
Arwen, te encuentras mejor?
Arwen: tuve
tanto miedo...
Edgar:
porque saliste de casa a esas horas? Sabes que es peligroso.
Arwen: lo
siento.
Edgar: olvídalo.
La abracé, sabía
que lo necesitaba.
Arwen:
Edgar...quien me salvo? Tengo la memoria algo borrosa... Tan solo recuerdo que
ese vampiro cayó al suelo, empezó a sangrar y vi detrás de mi a alguien, pero
no consigo recordar quién o como era.
Edgar:
-mierda- fui yo -improvise-.
Arwen: ah...
Gracias Edgar -dijo con una cálida sonrisa-.
Arwen se recupero
en poco tiempo pero decidí enseñarle algo de magia sobre todo para ese tipo de
situaciones, no voy a dejarla sola, pero no quiero que nadie le pueda hacer
daño.
Era una día
por la mañana, tenía el día libre así que me quede dormido hasta tarde, me desperté
cuando Arwen acababa de salir para ir al mercado a comprar algo para comer.
Tome un vaso de leche y me quede en el sofá. Alguien llamó a la puerta.
Neko: Edgar!
Cuanto tiempo! -Me abrazo-
Edgar: hola!
-Dije muy feliz- Entra.
Neko: veo
que las cosas por aquí no han cambiado mucho -echo un vistazo a la casa-.
Edgar: no,
la verdad. I como fue tu viaje?
Neko: estuvo
bien, bueno como ves duro unos 4 años pero valió la pena. Encontré muchos
hechizos nuevos, soy muy poderoso, pero la verdad es que echaba de menos estar
aquí, tranquilo, así que decidí volver.
Edgar: vaya,
me alegro, pero dónde vas a quedar, vendiste tu casa.
Neko: lo se,
intentare alquilar alguna.
Edgar: quédate
aquí.
Neko: eh?!
Enserio? Pero no quiero molestar. Aun vives con tu hermana no?
Edgar:
tranquilo, no molestas. Si vivo con ella pero no le importara.
Arwen:
Edgar! -Entro por la puerta, parecía que había venido corriendo- Puedes darme
unas monedas, me falta un poco para comprar la comida.
Le di las
monedas y se fue corriendo otra vez. Ni siquiera había preguntado por Neko, quizás
ni lo recuerda.
Neko es mi
amigo desde la infancia, siempre íbamos juntos y estábamos juntos casi todo el día,
éramos como hermanos. Unos años después de la muerte de mis padre, Neko, que
siempre quiso ser un gran mago, decidió emprender un viaje para fortalecerse.
Así lo hizo, y me alegro que haya vuelto porque muchos de los que emprenden
estos viajes no vuelven vivos. Me alegro de tenerlo aquí de vuelta.
Neko: esa es
tu hermana, Arwen? -Algo sorprendido-.
Edgar: si,
ocurre algo -observando su expresión-.
Neko: eh...
No! Nada!
Edgar:
vale...
Estaba
extraño pero no le di importancia, le mostré la habitación donde podría dormir,
era pequeña, pero estaba limpia, tenía una cama y unos baúles para guardar sus
cosas. Arwen nos hizo la comida, y me pase todo el tiempo con Neko que me
contaba sus historias, ya que Arwen había quedado con unas amigas. Pero por la
noche me vinieron a pedir que hiciera el turno de noche que al parecer había
vampiros cerca. Neko quería venir a ayudar pero le pedí que cuidara de Arwen,
él acepto con mucho gusto.
-Narra
Arwen-
Había sido
un día tranquilo, pude estar con mis amigas cosa que hacía tiempo que no hacía.
Por la noche Edgar me dejo con un amigo suyo, y me dio que se quedaría con
nosotros una temporada. Bueno al menos ya no me dejara tan sola en casa.
Arwen:
tienes hambre?
Neko: un
poco.
Arwen:
entonces te hare algo -dije amablemente-.
Neko:
espera, lo hare yo.
Arwen: pero,
tu sabes cocinar? -pregunte sorprendía, no es muy habitual encontrar un hombre
que sepa cocinar-.
Neko: si, aprendí
cuando estaba de viaje. Oye Arwen, no te acuerdas de mi verdad?
Arwen:
emm... no.
Neko: me lo suponía.
Yo era el mejor amigo de tu hermano, siempre estábamos juntos. Me acuerdo de
ti, eras preciosa ya desde pequeña.
Que fue eso?
A mi nadie nunca me había llamado preciosa, ni guapa, ni nada parecido.
Arwen:
gracias -reaccione-.
Neko hizo la
cena, fue muy amable conmigo. Yo me quede dormida un el sofá después de cenar,
solo recuerdo que Neko fue a hacer su cama para dormir.
-Narra
Edgar-
Empezaba el
amanecer y pude volver a casa, había sido una noche agotadora, había muchos
vampiros intentando atacar, pero puedimos contra ellos. Volví a casa y al abrir
la puerta encontré a Neko cargando a Arwen en sus brazos mientras ella dormía.
Edgar: Neko!
Suéltala -enfurecido-.
Neko: no
grites, vas a despertarla.
Neko fue a
dejarla en su habitación y volvió donde estaba yo esperándole.
Edgar: no
vuelvas a ponerle un dedo encima!
Neko: pero
si no le hice nada! A qué viene eso?! La lleve a su cama para que estuviera más
cómoda.
Quizás me
pase un poco, quizás el decía la verdad, no sé porque siempre me enfurezco
tanto al ver a alguien cariñoso con ella.
Neko: porque
te enfadas tanto? Soy tu amigo, no sé porque debería hacerle daño a ella.
Tenia razon.
Edgar:
-agache la cabeza- lo siento, me pase un poco.
Neko: olvídalo,
pero no vuelvas a gritarme de esa manera.
Me perdono
pero Neko tenía razón, no debo ponerme así cada vez que alguien es amable con Arwen,
ella ya es mayor, no debería intervenir en sus asuntos. Pero no quiero que
nadie le haga daño y se me hace difícil pensar de esa manera, sobretodo viendo
la mirada que le dio Neko el primer día que la vio.
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