Llevo
aproximadamente una semana sin poder descansar ni una sola noche, y duermo la
mayor parte del día. Cada noche el pueblo está rodeado de esas bestias
asquerosas, los guardianes no paramos ni un segundo. Tenemos suerte de que Neko
haya llegado aquí estos días porque nos está ayudando mucho, sus poderes son
fantásticos y todos los magos quedan asombrados con ellos. No me puedo quedar con
Arwen por la noche, Neko tampoco, así que le hice aprender unos trucos por si
pasaba algo. No tardo mucho en aprenderlos, es muy buena y con la ayuda de Neko
fue más fácil.
Ahora estoy
en plena batalla, es de noche y aun faltan unas horas para el amanecer y para
que todo esto vuelva a estar más tranquilo. Creo que esta noche es la peor está
lleno de vampiros, hacía tiempo que no veía tantos. Ya se han llevado a unos
diez guardianes los cuales ya tenían heridas un poco graves, loa llevan a
algunas casas donde las mujeres se preocupan de curarles. Yo tengo un corte en
el brazo y unos otros cortes en la espalda donde un vampiro me había clavado
sus uñas, no hacía mucho de eso, y aun sangraba, pero no pienso rendirme, estoy
bien. Neko es rápido, observó sus movimientos, mientras noto como unas garras
se me clavan en el ombro izquierdo, grito de dolor pero nadie se da cuenta
debido a que hay bastante ruido. Intento girarme y matar esa bestia, pero el
dolor es inmenso, se acerca a mi cuello y noto su respiración y su peste a
sangre, cuando de repente sus garras abandonan mi hombro y cae de espaldas al
suelo. Noto como la sangre cae por mi espalda, me giro con cuidado y veo otra
vez esas alas con plumas negras, era Armaros. Vestía con su túnica negra la
cual estaba algo rota con algunos pequeños cortes en la tela, habría luchando
con algunos vampiros.
Edgar:
gr...gracias -conseguí pronunciar-.
Armaros:
estate más atento.
No le
respondí. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué me vuelve a salvar? Preferiría que no lo
hubiera hecho.
Armaros: ve
a que te curen -me ordeno-.
¿Por qué me
está dando órdenes? Sé que se debe respetar a los ángeles caídos pero éste no
es el momento, y ¿Por qué se dirige solo a mi?
Edgar: no,
aun puedo luchar, estoy bien.
No era verdad
pero ya se habían retirado muchos guardianes, no podía abandonar. Armaros no se
preocupo más y dejó que siguiera luchando, a pesar de mis heridas que no
paraban de sangrar, me sentía de cada vez más débil pero ayudé hasta el
amanecer. Armaros también ayudo y eso facilitó mucho el trabajo.
Al amanecer
me dirigí a mi casa con la ayuda de Neko, él a penas tenía algún rasguño. Al
entrar Arwen se acercó corriendo hasta mí. Exclamó mi nombre y algunas lágrimas
cayeron por su mejilla al verme.
Edgar:
tranquila Arwen, solo son unas heridas -quería tranquilizarla, no me gusta
preocuparla-.
Arwen:
quédate en el sofa, voy a curarte ahora mismo.
Neko: te
ayudo? -Le pregunto a Arwen-.
Arwen: no,
no hace falta, pero gracias -dijo devolviéndole una tierna sonrisa-.
Arwen se fue
a la cocina donde empiezo a preparar la medicina para curar mis heridas. Me
quite el abrigo largo de piel y la camisa y me estire boca abajo en el sofá.
Neko se sento a mi lado.
Neko:
deberías estar más atento cuando estas peleando, ¿cómo te hicieron todo eso?
-Dijo observando mis heridas-.
Edgar: me
despiste unos segundos.
Neko:
hablabas con Armaros, ¿le conoces?
Edgar:
¿quién no lo conoce?
Neko: pero
no muchos consiguen hablar con él.
Menos mal
que Neko no vio que también me salvo, así me ahorro otra pregunta.
Edgar: él
fue quien nos salvó a mí y a Arwen cuando asesinaron nuestros padres.
Neko: ah...
¿y solo por eso aún te habla?
Edgar:
quizás es por algo más que eso.
Neko: ¿qué
es?
Edgar:
olvídalo, no es nada importante.
Tengo miedo
a confesar la promesa que hice, sea a quien sea, aun no puedo afrontar que
tenga que entregarle a Armaros mi hermana. Quizás por eso últimamente está más
cerca.
Arwen
apareció con la medicina. Neko se fue a dormir había sido una noche agotadora.
Arwen empezó a aplicar la medicina cuidadosamente en mis heridas mientras de
cada tanto chillaba por el escozor que me causaba.
Arwen:
¿crees que seguirá habiendo tantos vampiros?
Edgar: no
estoy seguro.
Arwen:
entonces, ¿volverás esta noche? -Pregunto muy preocupada-.
Edgar: si,
supongo.
Arwen
dirigió la mirada al suelo, triste pero no podía hacer nada es mi trabajo y
aparte si no lo hago ella también resultaría herida.
Arwen:
deberías ir a descansar a tu cama, estarás más cómodo.
Acepte y
ella me ayudo a ir hasta mi habitación, estuve descansando todo el día y Arwen
se preocupaba de llevarme la comida. Neko durmió todo el día hasta que empezó a
anochecer, entonces también vino a despertarme a mí, me dijo que me quedara que
el ocuparía mi lugar pero lo rechace, mis heridas habían secado un poco, me
dolían pero podía hacerlo. Arwen me aplico la medicina por última vez y me
enrollo una vendas.
Arwen: no
quiero que vayas Edgar, tus heridas aun están mal.
Edgar: hay
algunos que están peor debo ir.
Ella estaba
triste y me rompía el corazón verla así, pero no podía hacer nada. Me puse mi
camisa con algunas manchas de sangre ya secas y mi abrigo de piel largo, salí
junto con Neko. Por la calle también empezaban a salir los demás guardianes y
se oía el llanto de alguna mujer. Nos dispersamos por el pueblo pero Neko no
quiso alejarse mucho de mí, entonces algunos vampiros empezaron a acercarse,
esos no eran muy fuertes pero a medida que pasaba la noche habían más y más
fuertes. Vi a un grupo inmenso de vampiros que se acercaban a nosotros calculo
que al menos habían unos 40!
Edgar: Neko!
Son demasiados! -grite exhausto-.
Neko volvió
a mi lado enseguida, entonces los vampiros pararon su paso y de entre ellos
salió uno vestido con un traje negro elegante, sin duda era un vampiro noble,
nunca había visto uno de estos y son los más peligrosos. Avanzo su paso hasta
encontrarse a un metro de distancia entre nosotros.
Neko: ¡este
no es tu lugar! -chillo enfadado- ¡Márchate!
Él tan solo
se burlo de las palabras de Neko sin hacerle ningún caso.
Drake: ¿crees
que puedes dar ordenes así a un vampiro como yo? No me hagas reír -Dijo burlándose
de la orden de Neko- No podréis con mi
ejercito, marchaos de aquí, a partir de ahora estas también serán mis tierras.
Edgar: ni
hablar! -exclame- este es nuestro hogar y lucharía por él hasta la muerte.
Esa bestia
se acerco a mi pero no di ni un paso atrás entonces hizo un movimiento ágil y
muy rápido, tanto que sin darme cuenta me había cogido por el cuello y empezó a
apretar sus garras hasta que note una descarga eléctrica que recorrió todo mi
cuerpo. Quede paralizado mi cuerpo no respondía a ninguna acción, entonces caí
de rodillas al suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario