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sábado, 7 de febrero de 2015

Capitulo 1 - Nocturnos

Al oír ese grito enseguida reconocí su voz, salí corriendo, ella estaba paralizada y su cuerpo temblaba de miedo. Me puse delante de ella para protegerla, esa bestia estaba enfrente de mí, quería sangre estaba hambriento. Enseguida le lance un hechizo pero no fue suficiente, le lance otro más fuerte y por fin se desintegro convirtiéndose en ceniza. Me gire, ella estaba aun temblando por el medio, fui corriendo hacia ella y la abracé tranquilizándola. Volvamos a casa.
En este mundo ya no puedes andar solo, todo es un peligro por eso solo quedamos los más fuertes. Ahora tan solo quedan unos pocos humanos y de cada día son menos, los que hemos sobrevivido es porque nos convertimos en magos. Yo soy Edgar, un mago y la persona a quien protejo con toda mi vida es mi hermana Arwen.
Edgar: estas bien? Te hizo algo?
Arwen: estoy bien -aun asustada- Gracias.
Edgar: porque saliste? Está muy oscuro, es peligroso salir a estas horas.
Arwen: solo fui a buscar unas cosas que deje fuera. Lo siento.
Suspire, no quise presionarla más ya era suficiente con el susto que se habia dado.
Edgar: queda algo de comida?
Arwen: hice un poco de arroz con algunas setas, quieres?
Edgar: si, tu comida siempre es deliciosa.
Esa noche, aun que yo dormí de los más tranquilo sabía que Arwen estaba inquieta, no durmió mucho, pasó casi toda la noche dando vueltas en la cama. Tanto Arwen como yo tenemos miedo a esas bestias, yo he conseguido dejar ese miedo atrás pero a veces me vienen los recuerdos a la cabeza y tiemblo. Arwen intenta no tenerles miedo pero es más débil por no me separo de ella. Esas bestias son vampiros, unos monstruos chupa sangre que matan a los humanos, para protegernos de ellos tuvimos que aprender la magia o la brujería, solo los que lo aprendimos hemos podido sobrevivir hasta el día de hoy.
Edgar: buenos días, conseguiste dormir algo? -Dije cuando la vi entrar en la cocina donde estaba desayunando-.
Arwen: solo unas pocas horas. -Contesto con los ojos mirando a otro lado-.
Edgar: deberías descansar más. Toma -le entregue una taza de leche-.
Arwen: gracias.
Arwen y yo vivimos solos en una casa pequeña y de lo menos lujosa, tenemos lo justo y necesario para vivir, no somos precisamente ricos, tenemos un jardín pequeño donde plantamos algunas verduras y con el poco dinero que consigo yo protegiendo el pueblo, compramos algunas otras cosas.
Arwen: que vas a hacer hoy?
Edgar: no lo sé aun, por?
Arwen: quiero salir un poco, hace casi una semana que no salgo de casa... No me dejes sola tanto tiempo.
Edgar: pero tengo cosas que hacer.
Arwen: -dirigió su mirada al suelo- vale.
Edgar: lo siento.
Sé que Arwen, se aburre quedando sola en casa mucho tiempo, solo hace la comida y se ocupa un poco de las tareas de la casa. Pero tengo miedo que salga sola, no quisiera que le pasase algo malo, y a la vez yo tengo que trabajar para el pueblo así que no tengo mucho tiempo para ella.
Después de trabajar volví a casa, ya era por la tarde y pronto iba a oscurecer. Al entrar en la casa todo estaba muy silencioso, olía a la comida que Arwen ya había hecho.
Edgar: Arwen? Ya llegue. -No respondía y eso empezó a preocuparme- Arwen? Donde estas? -Nada, ni una palabra, mire en las habitaciones pero no estaba- Me asuste, salí de casa corriendo, empecé a correr por todas partes, la busque pero no la encontraba, pregunte a algunas personas pero nadie la había visto, volví casa para ver si había vuelto pero aun no estaba allí. Se me ocurrió ir por un camino que está cerca de casa, el cual se dirige al bosque que está al lado del pueblo. Me adentre en el bosque. estaba muy oscuro casi no veía nada, iba chillando el nombre de Arwen todo el tiempo pero no recibía ninguna señal, hasta que vi una pequeña luz que se acercaba a mi poco a poco, me puse en posición de defensa, en aquel momento todo era peligroso. Esa luz se acerco más y pude distinguir la silueta de unas enormes alas negras y su cuerpo sosteniendo alguna cosa entre sus brazos. Era un ángel caído. Se acerco hasta llegar a mí.
Armaros: ten -dijo entregándome a Arwen- la tuve que dormir.
Edgar:  gracias.
Armaros: protégela más! Estuvo a punto de convertir-se en un bestia.
Edgar: qué?! que ocurrió?!
Armaros: un vampiro la encontró por aquí y a estas horas andan más hambrientos que nunca, si no llego a escuchar sus gritos ahora sería como esas bestias.
Edgar: muchas gracias Armaros.
Armaros se fue y yo regrese lo más rápido posible a casa con Arwen que aun seguía dormida.
Armaros es uno de los ángeles caídos, son de alas con plumas negras,  unas alas enormes, altos con un cabello tan negro como sus alas. Las mujeres los adoran por su increíble físico y quizás por su increíble fuerza y poder. Los ángeles caídos son nuestros guardianes, son los que intentan poner algo de paz entre humanos y vampiros. Siempre andan vigilando los pueblos sobre todo los más pequeños donde el peligro es mucho mayor.

Conozco a Armaros des de hace mucho tiempo, de hecho él fue quien nos salvo a mi hermana y a mí de ser devorados por los vampiros que estaban devorando nuestros padres, ese es el trauma que atormenta a Arwen desde niña. Después de salvarnos Armaros quedo asombrado de la belleza de mi hermana aun que era tan solo una niña pequeña, así que como recompensa Armaros me pidió que protegiera bien a Arwen hasta que fuera adulta y que entonces se la tenía que entregar como su mujer, en aquel entonces yo solo tenía 12 años y Arwen 8. No quería hacer-lo de ninguna manera creía que Arwen tenía que estar con un humano como ella pero si no lo hacía Armaros la entregaría a los vampiros, así que tuve que aceptar el trato. He cuidado siempre a Arwen desde ese momento pero no por el trato con Armaros sino porque es mi única familia, la quiero mucho y ella siempre se preocupa por mí. El problema ahora es que Arwen se está convirtiendo poco a poco en toda una mujer, bellísima, y aun no le he contando el trato con Armaros. Cada día me pregunto si debería decírselo de una vez por todas pero la veo feliz así además cada vez que ve un vampiro o un ángel caído tiene miedo, los recuerdos de la muerte de nuestros padres le inundan los pensamientos de tristeza y los ojos de lagrimas, de modo que no me veo entregándosela a Armaros para que sea su mujer. Aun que supongo que ese día llegara... No quiero pensar en eso!

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