Al oír ese
grito enseguida reconocí su voz, salí corriendo, ella estaba paralizada y su
cuerpo temblaba de miedo. Me puse delante de ella para protegerla, esa bestia
estaba enfrente de mí, quería sangre estaba hambriento. Enseguida le lance un
hechizo pero no fue suficiente, le lance otro más fuerte y por fin se
desintegro convirtiéndose en ceniza. Me gire, ella estaba aun temblando por el
medio, fui corriendo hacia ella y la abracé tranquilizándola. Volvamos a casa.
En este
mundo ya no puedes andar solo, todo es un peligro por eso solo quedamos los más
fuertes. Ahora tan solo quedan unos pocos humanos y de cada día son menos, los
que hemos sobrevivido es porque nos convertimos en magos. Yo soy Edgar, un mago
y la persona a quien protejo con toda mi vida es mi hermana Arwen.
Edgar: estas
bien? Te hizo algo?
Arwen: estoy
bien -aun asustada- Gracias.
Edgar:
porque saliste? Está muy oscuro, es peligroso salir a estas horas.
Arwen: solo
fui a buscar unas cosas que deje fuera. Lo siento.
Suspire, no
quise presionarla más ya era suficiente con el susto que se habia dado.
Edgar: queda
algo de comida?
Arwen: hice
un poco de arroz con algunas setas, quieres?
Edgar: si,
tu comida siempre es deliciosa.
Esa noche,
aun que yo dormí de los más tranquilo sabía que Arwen estaba inquieta, no durmió
mucho, pasó casi toda la noche dando vueltas en la cama. Tanto Arwen como yo
tenemos miedo a esas bestias, yo he conseguido dejar ese miedo atrás pero a
veces me vienen los recuerdos a la cabeza y tiemblo. Arwen intenta no tenerles
miedo pero es más débil por no me separo de ella. Esas bestias son vampiros,
unos monstruos chupa sangre que matan a los humanos, para protegernos de ellos
tuvimos que aprender la magia o la brujería, solo los que lo aprendimos hemos
podido sobrevivir hasta el día de hoy.
Edgar:
buenos días, conseguiste dormir algo? -Dije cuando la vi entrar en la cocina
donde estaba desayunando-.
Arwen: solo
unas pocas horas. -Contesto con los ojos mirando a otro lado-.
Edgar:
deberías descansar más. Toma -le entregue una taza de leche-.
Arwen:
gracias.
Arwen y yo
vivimos solos en una casa pequeña y de lo menos lujosa, tenemos lo justo y
necesario para vivir, no somos precisamente ricos, tenemos un jardín pequeño
donde plantamos algunas verduras y con el poco dinero que consigo yo
protegiendo el pueblo, compramos algunas otras cosas.
Arwen: que
vas a hacer hoy?
Edgar: no lo
sé aun, por?
Arwen:
quiero salir un poco, hace casi una semana que no salgo de casa... No me dejes
sola tanto tiempo.
Edgar: pero
tengo cosas que hacer.
Arwen: -dirigió
su mirada al suelo- vale.
Edgar: lo
siento.
Sé que
Arwen, se aburre quedando sola en casa mucho tiempo, solo hace la comida y se
ocupa un poco de las tareas de la casa. Pero tengo miedo que salga sola, no
quisiera que le pasase algo malo, y a la vez yo tengo que trabajar para el
pueblo así que no tengo mucho tiempo para ella.
Después de
trabajar volví a casa, ya era por la tarde y pronto iba a oscurecer. Al entrar
en la casa todo estaba muy silencioso, olía a la comida que Arwen ya había
hecho.
Edgar:
Arwen? Ya llegue. -No respondía y eso empezó a preocuparme- Arwen? Donde estas?
-Nada, ni una palabra, mire en las habitaciones pero no estaba- Me asuste, salí
de casa corriendo, empecé a correr por todas partes, la busque pero no la
encontraba, pregunte a algunas personas pero nadie la había visto, volví casa
para ver si había vuelto pero aun no estaba allí. Se me ocurrió ir por un
camino que está cerca de casa, el cual se dirige al bosque que está al lado del
pueblo. Me adentre en el bosque. estaba muy oscuro casi no veía nada, iba
chillando el nombre de Arwen todo el tiempo pero no recibía ninguna señal,
hasta que vi una pequeña luz que se acercaba a mi poco a poco, me puse en
posición de defensa, en aquel momento todo era peligroso. Esa luz se acerco más
y pude distinguir la silueta de unas enormes alas negras y su cuerpo
sosteniendo alguna cosa entre sus brazos. Era un ángel caído. Se acerco hasta
llegar a mí.
Armaros: ten
-dijo entregándome a Arwen- la tuve que dormir.
Edgar: gracias.
Armaros: protégela
más! Estuvo a punto de convertir-se en un bestia.
Edgar: qué?!
que ocurrió?!
Armaros: un
vampiro la encontró por aquí y a estas horas andan más hambrientos que nunca,
si no llego a escuchar sus gritos ahora sería como esas bestias.
Edgar:
muchas gracias Armaros.
Armaros se
fue y yo regrese lo más rápido posible a casa con Arwen que aun seguía dormida.
Armaros es
uno de los ángeles caídos, son de alas con plumas negras, unas alas enormes, altos con un cabello tan
negro como sus alas. Las mujeres los adoran por su increíble físico y quizás
por su increíble fuerza y poder. Los ángeles caídos son nuestros guardianes,
son los que intentan poner algo de paz entre humanos y vampiros. Siempre andan
vigilando los pueblos sobre todo los más pequeños donde el peligro es mucho
mayor.
Conozco a Armaros
des de hace mucho tiempo, de hecho él fue quien nos salvo a mi hermana y a mí
de ser devorados por los vampiros que estaban devorando nuestros padres, ese es
el trauma que atormenta a Arwen desde niña. Después de salvarnos Armaros quedo
asombrado de la belleza de mi hermana aun que era tan solo una niña pequeña, así
que como recompensa Armaros me pidió que protegiera bien a Arwen hasta que
fuera adulta y que entonces se la tenía que entregar como su mujer, en aquel
entonces yo solo tenía 12 años y Arwen 8. No quería hacer-lo de ninguna manera creía
que Arwen tenía que estar con un humano como ella pero si no lo hacía Armaros
la entregaría a los vampiros, así que tuve que aceptar el trato. He cuidado
siempre a Arwen desde ese momento pero no por el trato con Armaros sino porque
es mi única familia, la quiero mucho y ella siempre se preocupa por mí. El
problema ahora es que Arwen se está convirtiendo poco a poco en toda una mujer,
bellísima, y aun no le he contando el trato con Armaros. Cada día me pregunto
si debería decírselo de una vez por todas pero la veo feliz así además cada vez
que ve un vampiro o un ángel caído tiene miedo, los recuerdos de la muerte de
nuestros padres le inundan los pensamientos de tristeza y los ojos de lagrimas,
de modo que no me veo entregándosela a Armaros para que sea su mujer. Aun que
supongo que ese día llegara... No quiero pensar en eso!
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